¿Vale la pena estudiarlas?
Todo juego de ajedrez suele dividirse para su estudio en tres fases principales: apertura, medio juego y finales. La apertura la constituyen las jugadas iniciales. Durante mucho tiempo, maestros de experiencia han ido analizando la inmensa riqueza de planteamientos que pueden servirse al comienzo de cualquier partida; gracias a esto se han establecido y elegido determinadas líneas de juego que ofrecen mayores oportunidades para la obtención de alguna ganancia material, o ventaja posicional a corto o mediano plazo.
Sin embargo, el dilema que encuentra todo aquel que está iniciándose en el ajedrez, es que existen demasiadas aperturas, demasiadas variantes, y su estudio exige mucho tiempo y esfuerzo para dominarlas. De allí que muchos se pregunten si en realidad vale la pena estudiarlas; por eso, aquí te mostraremos algunas razones de peso para no descuidar la apertura:
- Te brinda un plan de acción:
Otro término usado en lugar de apertura es “planteo”. Esta es una expresión más precisa de lo que representa el comienzo de una partida: la presentación de la propuesta de juego que desarrollará cada jugador.
José Raúl Capablanca afirmaba que toda jugada debía estar conectada con el final, incluyendo la apertura; de allí que el preparar una apertura debe llegar a traducirse en el claro desarrollo de un plan, que ofrezca control sobre el juego, la oportunidad de llevar la iniciativa y la prevención de jugadas que resulten en una pérdida de tiempo.
Por lo tanto, estudiar una apertura no consiste solo en memorizar unas cuantas jugadas, sino en entender las fortalezas y debilidades de una determinada posición inicial, y así tener a la mano ideas de ataque y defensa probados y eficaces que nos introducirán en el medio juego con la mayor ventaja posible.
Pero asegúrate de disfrutar del proceso de aprendizaje escogiendo una apertura según tus preferencias de juego, ya sea que te gusten las partidas tácticas y muy agresivas, o prefieras partidas más tranquilas y posicionales.
- Te ahorra tiempo:
Saber que piezas mover en los primeros turnos puede evitarnos muchas dificultades y darnos cierta seguridad de llegar al medio juego en igualdad de condiciones; pero lo mejor es que podemos lograrlo sin gastar mucho tiempo. Una buena preparación nos permitirá reservar nuestro tiempo para utilizarlo en las posiciones más complejas que se presentarán más adelante en el desarrollo del juego, cuando realmente haya que hacer cálculos.
Todo ajedrecista debe aprender rápidamente la importancia de administrar el tiempo; de nada sirve llegar con ventaja al final de la partida si nos quedamos sin tiempo. Aquí el estudio de aperturas es imprescindible para asegurarnos un inicio rápido, eficaz y sin temores. - Te protege de trampas:
Abrir con una apertura desconocida es como entrar en un territorio inexplorado; a cada paso existe el riesgo de caer en alguna trampa preparada astutamente por el enemigo, y si no estamos realmente atentos, podríamos sufrir una pérdida de la que no podamos recuperarnos fácilmente, tal como una pieza menos, un Rey expuesto o un ataque directo sin las defensas apropiadas. Pero si hemos hecho nuestra tarea, nos será fácil detectar esas celadas y lograremos evitarlas sin problemas. Más aún, seremos nosotros quienes tendremos la posibilidad de montar las trampas y conseguir ventajas decisivas ante jugadores menos experimentados.
- Te ayuda a conseguir ventaja estratégica:
Tener preparadas de antemano varias líneas de apertura, te ayudará en la tarea de dirigir a tu oponente a una posición o estructura con la que estés familiarizado, y esto será una ventaja pues tendrás la experiencia de tu lado. Se espera que al final de la apertura pueda conseguirse una buena posición estratégica, y esto gracias a que las aperturas siguen ciertos principios básicos que deben entenderse y dominarse. Por ejemplo:
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- No mover una misma pieza dos veces.
- Abrir el juego ocupando las casillas centrales con el peón de Rey o de Dama.
- No exponer innecesariamente a la Dama, para evitar amenazas que nos hagan romper la primera regla.
- Procurar mover los caballos antes que los alfiles.
- Enrocar lo antes posible.
- Colocar las Torres en las columnas abiertas o detrás de los peones más avanzados.
- Mantener al menos un peón en el centro.
Pero, ¿funciona para todos?
A pesar de que estas ventajas reflejan claramente la importancia de estudiar las aperturas, el alcance de su influencia dependerá del nivel de juego que posea el ajedrecista. En el caso de los aficionados, pasar mucho tiempo estudiando aperturas puede resultar contraproducente, pues no verán el fruto de sus esfuerzos y se desanimarán. Sus debilidades en táctica, estrategia y finales se traducirán a medida que juegan, en errores decisivos. Así que de nada sirve ganar una pequeña ventaja inicial en la apertura, si luego en el medio juego no se es capaz de capitalizar.
Con los grandes maestros del ajedrez se observa el fenómeno inverso, mientras más estudian aperturas más posibilidades tienen de ganar. Esto gracias a que el nivel entre ellos es tan alto, que no suelen cometer equivocaciones a lo largo del juego, por lo que una pequeña ventaja obtenida en la apertura comúnmente puede llegar a definir la partida.
En definitiva, no necesitamos redescubrir la rueda, las aperturas son planteamientos fuertes, probados por el tiempo, expertos y fuerza computacional que están a nuestra disposición y, nos ofrecen un contexto seguro desde donde ejecutar nuestra estrategia a medida que contenemos la de nuestro rival. Pero recuerde que no se puede jugar al ajedrez solo usando la memoria, y que por mucho que estudie y se esfuerce, nunca alcanzará una preparación perfecta. La buena noticia es que no requiere jugar a la perfección, solo necesita jugar mejor que su oponente.